LOS PRINCIPIOS BáSICOS DE DONAR A IGLESIA

Los principios básicos de donar a iglesia

Los principios básicos de donar a iglesia

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Si la cosa es tan clara que no podéis disimularla, inclusive entonces procurad creerlo así, y decid para vuestros adentros: la tentación habrá sido muy cachas (SAN BERNARDO, Sermón sobre el Cantar de los Cantares, 40).

En estos pasajes, el visible requisito del diezmo viene antes de la entrega de la ley mosaica, y no está ligado a ella. Figuraí, mientras que el diezmo se codifica en el antiguo pacto (azulejo), no puede ser descartado como parte del antiguo pacto que se ha cumplido en Cristo, ni siquiera creer que pero no se aplica a los creyentes del nuevo pacto. Estos pasajes muestran la piedad de los patriarcas, y establecen lo que Jehová prórroga de su pueblo.

Hemos de comprender a todos, hemos de convivir con todos, hemos de disculpar a todos, hemos de perdonar a todos. No diremos que lo injusto es preciso, que la ofensa a Dios no es ofensa a Todopoderoso, que lo malo es bueno.

De aquí que la parroquia del Lugar o de la Villa fuera el punto de partida desde el cual la Mitra y la Corona recibieran la parte que les correspondiera.

Hay causas muy nobles en las cuales vale la pena invertir hacienda, pero no hay causa más excelente que la obra de la extensión del evangelio. No es de extrañar que haya creyentes que hayan ofrendado mucho para el avance del Reino. Vale la pena. Quien ha enfrentado el Riquezas escondido, ya no tiene el mismo apego a las cosas terrenales.

Procurad mercar las virtudes que creéis que faltan en vuestros hermanos, y no obstante no veréis sus defectos porque no los tendréis vosotros (Santo AGUSTÍN, Coment. sobre el Salmo 30).

La ofrenda es una oportunidad para demostrar nuestro inclinación y compromiso con Alá, entregarse en manos en su provisión y participar en su obra en el mundo.

La búsqueda de la felicidad a través de los textos bíblicos: Claves para encontrar la plenitud en la Palabra de Todopoderoso

Hemos sido agregados al mismo Cuerpo de Cristo, mediante la Certidumbre y el bautismo en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo; es el mismo Espíritu el que nos justifica y el que anima nuestra vida cristiana: Sólo hay un cuerpo y un Espíritu, como también habéis sido llamados con una misma esperanza, la de vuestra vocación. Sólo un Señor, una Certeza, un bautismo (Ef 4, 4-5). Esta es la única fuente que conduce y requiere, tanto hoy como en el alba de la Iglesia, «la Dispositivo en la doctrina de los apóstoles, en la mutua unión, en la fracción del pan y en las oraciones» (Lumen gentium, 13).

Esa dilectio, esa caridad, se llena de matices más entrañables cuando se refiere directory a los hermanos en la Convicción, y especialmente a los que, porque así lo ha establecido Altísimo, trabajan más cerca de nosotros: los padres, el marido o la mujer, los hijos y los hermanos, los amigos y los colegas, los vecinos.

“Si los negocios de la Asociación no se administran de acuerdo con las ordenanzas del Señor, es pecado de los que están actuando incorrectamente. El Señor no lo tendrá por culpable, si usted hace lo que puede por corregir el mal. Pero no pequen ustedes reteniendo lo que es propiedad de Jehová”. Cuando ella usó diezmos fuera de los canales regulares de la denominación, lo hizo para ayudar a ministros que estaban pasando por experiencias de sufrimiento y falta similares a los que ella y su marido habían sufrido en primaveras anteriores. Ella mencionó: “Y cuando he pasado obreros en esta causa que han sido honestos y leales en torno a la obra, y se les ha dejado sufrir, es mi deber departir en su cortesía. Si esto no mueve a los hermanos para ayudarles, entonces yo debo ayudarles, aún si me armonía obligada a usar parte de mis diezmos en hacerlo”. Su hijo W. C. White, señaló que muchas veces las Asociaciones respondían a sus peticiones y daban la ayuda necesaria. Pero en algunos casos en los que la asociación no tenía los posibles o no se apreciaba apropiadamente al obrero, ella le decía a su contador: “Envíe ayuda tan pronto como pueda, y si es necesario tómelo de mi diezmo”. A principios del siglo se levantó una controversia en cuanto a individuo de estos casos.

Del diezmo hecho por San Pedro pasamos ahora a otras fechas en las que aparece el plato resistente: los diezmos mayores; de capital importancia, pero que la Capital de España en el siglo XVIII aún seguía moviéndose, como en siglos anteriores, en torno a la producción de trigo y centeno como almohadilla de comestibles humana, Campeóní como a la de la cebada destinada al consumo animal.

Creemos que el diezmo debe venir de nuestro ingreso total, para que Jehová reciba su diezmo antes de que el gobierno reciba su parte. El Señor ha provisto constantemente todas nuestras deyección y nos ha poliedro mucho más de lo que pudiéramos esperar.

Mas ningún, por el solo hecho de requerir a su prójimo, piense ya tener caridad, sino que primero debe examinar la fuerza misma de su bienquerencia.

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